lunes, 14 de septiembre de 2009

A una madre

Yo quiero ser hoy tus ojos.
Que cuando el momento llegue,
cuando la luz abandone
los argénteos espejos
por tu alma iluminados,

yo querré ser tus ojos.

Porque cuando ya no puedas
admirar los amados campos,
observar dorados trigales
ni escrutar el mar infinito,

yo querré ser tus ojos.

Pero, ¿podré yo tener la fuerza,
el ánimo y el coraje que muestras
en la hora de negra oscuridad
que, cual velo, sobre ti se cierne?

¡Yo quiero ser hoy tus ojos!

Aunque llegará el momento en que ya
las formas de las nubes en el cielo
más no podrás aventurar conmigo;
querría yo iluminar tu sonrisa
como fiel lazarillo apoyándote.


Pues yo seré tus ojos.

1 comentario:

  1. ¡Grande, grande y grande!

    Te enlazo a pensador, ¡espero seguir leyéndote!

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